DERECHA DESESPERADA

Desde la calle y desde los medios de comunicación oficialistas siguen sumando los votos de Fico Gutierrez a los de Rodolfo Hernández, como si fuera tan fácil trasladar la voluntad de los electores de un político a otro. La idea final es hacer creer a los indecisos que añadiendo votos independientes a votos amarrados, el ganador es el que apoyen los uribistas o el que diga Uribe. Piensan con el deseo, pues en política no hay nada escrito y lo cierto es que el movimiento “Liga de Gobernantes Anticorrupción” se creó en contra de todos los partidos y movimientos que participaban en la carrera por la Presidencia, habiendo derrotado su creador al candidato del uribismo y de los partidos de derecha. A pesar de que entre los perdedores en la primera vuelta y el movimiento que salió ganador para pasar a la segunda vuelta derrotando a Fico Gutierrez, no hay identidad ideológica alguna, el propio perdedor dijo que votaría por Hernández para derrotar a Petro. Su consigna no es el país, sino el poder por el poder, y no para solucionar los problemas nacionales sino para bloquear al único candidato que puede quitarles los privilegios que defienden los empresarios y partidos en el poder desde hace dos centurias.

La ideología, al decir de los sociólogos,  responde a una idea o conjunto de ideas determinadas interpretadoras de lo real, que son consideradas como verdaderas y son ampliamente compartidas conscientemente por un grupo social en una sociedad determinada. Lo que hacen aquellos que tienen en mente “impedir que Petro sea Presidente” no responden a una ideología, sino al odio y al impulso de cercenar los deseos de cambio de una sociedad, basados en intereses particulares y no generales. Es el gesto más patente de la corruptela política que han defendido los partidos tradicionales, detentadores de privilegios y telarañas legales para favorecer a unos pocos y afectar los intereses del pueblo.

La invitación es a que defendamos la verdadera democracia, que es aquella en que el pueblo está por encima de los poderosos, que los derechos de las personas están primero que las empresas y la riqueza. Si bien las organizaciones de capital importan en una sociedad hay otras formas más aceptables como las cooperativas, las empresas artesanales, las pequeñas organizaciones prestadoras de servicios, los mercados populares, las sociedades de responsabilidad limitada con número preciso de aportantes, las empresas públicas, las empresas mixtas con socios especializados en actividades determinadas o para la explotación de patentes o invenciones, además, toda clase de Pymes, que si bien hacen parte del sector capitalista de la producción, no explotan a sus trabajadores y los hacen participar de las ganancias y utilidades que se producen dentro de la estructura creada. Por eso el apoyo al pacto histórico es el respaldo a una ideología que está consagrada en la Constitución de 1991, bajo el nombre de Estado social de derecho. Allí cabemos todos.

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