HEROES O VILLANOS

Hoy, después del derrumbamiento de las estatuas de varios próceres y conquistadores discutimos si aquellos fueron héroes o villanos, para ganar o no el derecho a estar en un pedestal. También debatimos si quienes se enfrentaron en los tiempos de la independencia a los poderes establecidos son o no guerrilleros, que se rebelaron contra el poder real o contra presidentes en ejercicio de sus funciones. En varios países de América Latina tienen a Bolívar y Santander como próceres, pero no les endilgan el calificativo despectivo de guerrilleros, sino de héroes de la patria.  Para empezar hay que recordar que, según los historiadores, “la crisis del Antiguo Régimen en España, que abrió las puertas a la invasión napoleónica, fue también una crisis dinástica que resquebrajaría seriamente el enorme prestigio y autoridad de una Corona milenaria”. La crisis del imperio trajo como consecuencia la falta de autoridad en las colonias y, gracias a este factor bélico, Caracas, Bogotá y Quito, lograron sentar las bases de la nueva libertad.

Bolívar descendiente de familia acomodada, se hace nombrar miembro y delegado de la Junta Revolucionaria en 1809 e inicia la campaña para pedir apoyos en Inglaterra y otros países, para despojar a los españoles del dominio americano. Bolívar rompió las reglas y ha sido tomado como modelo, incluso por movimientos revolucionarios desde entonces hasta la actualidad. En esta empresa participó también Francisco de Paula Santander, de familia con poder político y económico, quien después de luchar al lado de Bolívar fue acusado de participar en la Conspiración Septembrina y posteriormente a la muerte del libertador fue escogido como Presidente de Colombia. La pelea entre los dos caudillos trajo consecuencias que amenazaron la unidad nacional.

Las división entre Bolivarianos y Santanderistas se trasladó con el tiempo a las luchas entre Conservadores y Liberales, hoy casi marchitas por el fin que persiguen los partidos, que no descansa en las ideologías sino en los puestos y los contratos estatales, fuente de donde se alimenta el más horrendo capítulo de corrupción que vive el país. Los malos de esa época son los aclamados de hoy. De esas ideas partimos para evidenciar la conducta farisea de las clases adineradas del país que rechazan a un candidato por su pasado guerrillero y por atentar contra las instituciones, pero no se atienen a la historia de la patria que dejó esos ejemplos en el ideario popular. ¡Villanos ayer, héroes hoy!  Menos se atienen, esas clases adineradas del antiguo régimen,  al concepto de que la Constitución de 1991 es un acuerdo de paz, del que participaron liberales, Conservadores, el Movimiento de Salvación Nacional y los indultados del M19. Todos los que firmaron acuerdos de paz o fueron indultados están libres de culpa y pena. Por tanto, no pueden seguir siendo estigmatizados, y menos por los medios de comunicación que reproducen injurias y calumnias, contra los líderes de movimientos alternativos.

Según la Corte Constitucional “el reconocimiento de la Paz es, en síntesis, una de las decisiones constitucionales más significativas y, a juicio de la Corte, se trata de un propósito que vincula jurídicamente, de diferente modo y en diversos grados, la actuación de las autoridades y de los particulares. En esa dirección, la jurisprudencia más reciente de este Tribunal ha puesto de presente que la protección constitucional de la paz, al paso que implica un deber estatal de diseño e implementación de acciones normativas y de política pública, dirigidas a la superación del conflicto armado y, en general, el logro de la convivencia pacífica, comporta, también una opción preferencial por la solución pacífica como instrumento constitucionalmente deseable de resolución de las controversias y el logro progresivo de la plena vigencia de los derechos fundamentales (…”). Los colombianos tenemos derecho a vivir en paz; la derecha no puede mantenernos en la guerra ni en el terreno de la falta de ética pública, porque entre ellos los negocios con el Estado son otra cosa, son parte de la política.

Se el primero en Comentar

Deja tu respuesta