
Los maestros orientales decían: “no hay hipócrita tan perfectamente hipócrita que no quede antes o después al descubierto.” Para ello sustentaban su afirmación en la siguiente historia: Un padre anciano tenía dos hijos. Uno de estos hijos era muy bondadoso, en tanto que el otro sólo había demostrado desinterés por el padre pero lo buscaba cuando necesitaba algo de él. El hijo bondadoso había cuidado con enorme cariño a su padre cuando estaba enfermo, en tanto que el otro hijo se había despreocupado de él por completo. Cuando iba a morir hizo testamento en un pliego de papel, señalando que el ochenta por ciento de la herencia sería para el hermano bondadoso y sólo el veinte por ciento para el desinteresado. Pero he aquí que, por los caprichos imprevisibles del destino, una jarra de manteca cayó sobre el pliego del papel tras la muerte del anciano y los nombres de los hijos no eran visibles. El hijo desinteresado para reclamar la herencia explicaba que el padre le había dejado a él el 80% de los bienes y el 20% para el hermano bondadoso. El juez no sabía que decidir hasta que en el día del entierro el bondadoso derramaba sus lágrima que se convertían en flores, mientras que cuando el desinteresado lloraba sus lágrimas se transformaban en piedras. El juez dijo, entonces, ya tengo clara mi decisión después de asistir al entierro. Y dio al bondadoso el 80% y al desinteresado el 20%.
Pues bien en Colombia vivimos en un mar de hipocresía, pues los políticos mienten y siempre alegan que el que miente es el otro; los políticos roban, pero dicen que quien roba es el otro; los políticos incumplen sus promesas, pero afirman que los incumplidos son los otros. Y esas conductas hipócritas se tornan en comportamientos permanentes o habituales, pues el político nunca reconocerá que es él mismo el mayor hipócrita que ha parido la tierra. Está ocurriendo hoy con los debates entre la oposición y el progresismo, que la derecha acusa de todo al progresismo que eligió al Presidente Petro, pero olvidan sus pecados mortales y capitales, pera denigrar de los demás. Están acusando a la nueva coalición de incumplir acuerdos para elegir un magistrado del Consejo Nacional Electoral y alegan violación de acuerdos partidistas como si nunca hubieran incumplido la palabra empeñada en épocas anteriores. Por eso siempre podemos afirmar que para los hipócritas nada cambia, hasta cuando la muerte los descubre como son. Valdría la pena que el pueblo trabajador calificara quienes son bondadosos y quienes hipócritas para definir a quien desean acompañar en unas elecciones. Deberán escoger entre un gobierno bondadoso o uno desinteresado por sus derechos y necesidades esenciales.
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