PORVENIR SIN SOMBRAS

Según el DANE, de acuerdo con las proyecciones de población para 2021, se estima que en Colombia hay 7.107.914 personas adultas mayores (60 y más años), es decir el 13,9% de la población del país. Estamos envejeciendo y las futuras generaciones deberán asumir una serie de responsabilidades frente a la deuda pública que los gobernantes han contraído a lo largo de los años, el costo de las pensiones, de la burocracia estatal, del sistema de salud, de educación y los demás compromisos que acarrea mantener vigente el Estado y sus instituciones democráticas. Los jóvenes no han sido los causantes de lo que existe hoy, pero deberán mantener esas estructuras o cambiarlas, según lo dicten las circunstancias del momento.

Las generaciones que habitan en Colombia están divididas en pequeños o grandes porcentajes según el rango de edad. Pero los tiempos futuros, que cambiarán aceleradamente, los pondrán frente a disyuntivas ante las cuales tendrán que elegir o que renunciar. De su decisión dependerá si logran salvarse de la hecatombe o si perecerán en medio del caos, el desorden y la violencia. Siempre los mayores han luchado porque en la sociedad se respete la dignidad y la libertad de las personas y se rechace la violencia y el odio. Los jóvenes, pues, estarán presentes en todas las etapas del desarrollo humano y corresponde a ellos velar por la estabilidad de la sociedad y por un desarrollo económico constante y solidario.

Según el artículo 104 de la Constitución el Presidente puede “con la firma de todos los ministros y previo concepto favorable del Senado de la República, consultar al pueblo decisiones de trascendencia nacional. La decisión del pueblo será obligatoria. La consulta no podrá realizarse en concurrencia con otra elección”. Cuando la consulta se refiera a la conveniencia de convocar una asamblea constituyente, las preguntas serán sometidas a consideración popular mediante ley aprobada por el Congreso de la República. (Art. artículo 8 de la Ley 134 de 1994). Es decir, hay herramientas jurídicas para saber si la mayoría de los colombianos quiere o no una Asamblea Constituyente, que significa convocar al pueblo a elegir sus voceros nacionales y regionales para lograr ese importante cometido. En ese momento se sabrá si lo que están diciendo los tecnócratas, los empresarios y los políticos que rechazan tal invitación, corresponde con la realidad nacional o no.

Pongamos manos a la obra, para dejar claro ante el mundo, cómo se está moviendo la juventud de hoy en las campañas políticas, porque es a los jóvenes a quienes les corresponde decidir, si tal instrumento de cambio institucional debe hacerse realidad o no. Si es necesaria para remover los obstáculos que les impiden progresar, si conviene o no al pais pensar en esas modificaciones de manera total o parcial. Con eso se acabaría tanta especulación sobre la materia y demostraríamos si es verdad que la Carta del 91 sirve para fijar los objetivos de la sociedad del mañana, donde encontraremos el porvenir sin sombras. Como el resultado de la consulta es obligatorio, no necesitaríamos más soporte para estudiar y definir nuestro futuro.

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